El
auténtico apellido de Dimitri es Uroff, pero en los caminos y grandes
autopistas de la galaxia se le conoce por Banzay a raíz de un episodio del que
fue protagonista. Fue el primer peldaño en su merecida y dilatada fama de
conductor suicida capaz de cruzar la Vía Láctea. Sucedió hace quince años
terrestres en el satélite orbital QR-Energi4. El único y colosal pozo de
petróleo del satélite QR-Energi4 se había incendiado y amenazaba con devorar la
superficie del asteroide. Solo una explosión descomunal sería capaz de atajar
el chorro de fuego. Pero nada ni nadie podía acercarse al centro de aquel brutal
incendio. El asteroide ardía. Todos miraban la inmensa columna de llamas
atravesar el espacio.
Entonces
Dimitri Uroff trepó a su gigantesco tráiler, desmontó todas las unidades
excepto una, muy grande, que transportaba nitroglicerina electrosulfúrica, el
explosivo más potente conocido hasta el momento.
Arrancó
el motor, apretó el acelerador y la nave se dirigió con suavidad al foco del
incendio. Cuando Dimitri no era capaz de ver ya nada, solo ese fuego abrasador
y su calor insoportable, aceleró a fondo, abrió la escotilla de emergencia y se
autopropulsó al exterior. La única palabra que se escuchó en la central de
vuelos a través del transmisor de Uroff fue “Banzay”.
Dimitri
salió indemne y el incendio del pozo se atajó. Fue recibido como un auténtico
héroe por las autoridades locales y los medios de comunicación . La Corporación
lo recompensó por las grandes pérdidas que había evitado a la compañía. Le
obsequiaron con una Nave Intergaláctica nueva de gran tonelaje, una semana de
Libre Tiempo en el Asteroide Karibeurano y total libertad para moverse por la
galaxia.
Había
nacido la leyenda de Dimitri Banzay.