Viene de: El Exterior
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Antes de iniciar el viaje a la isla franca de Atocha, Mara
Thon y Max Nitrofoska preparan sus armas y provisiones y descansan en la sala
de espera de la Central de Comunicación.
Las pantallas emiten el partido del siglo. El clásico choque
de Fútbol Sideral entre el Real Legamostrid y el Atlético
San Bilbostián.
El Fútbol Sideral es de lejos el deporte con más seguidores
en la Tierra, y desde luego el que más pasiones desata.
En un principio solo lo jugaban seres humanos, pero pronto
los clubs vieron la ventaja que suponía alinear a androides en el equipo. Los
androides metían tantos goles como los seres humanos, cobraban el salario específico
androidal y podían variar sus características técnicas y caracteriales tan solo
con modificar su implante de programas. Además apenas necesitaban entrenar. Y
algo muy importante: cuando un androide era fichado y programado por un equipo,
su organismo mecánico sentía los colores
de este equipo como si formaran parte de su ADN. Los defendía hasta la muerte.
Literalmente. Porque el Fútbol Sideral había modificado sus reglas sustancialmente
desde antes de la gran inundación. El equipo perdedor debía ofrecer un
sacrificio. La muerte del perdedor se sumaba a los goles del vencedor para
elevar el espectáculo al cénit del paroxismo. Cien mil seres vivos, humanos,
androides y alienígenas navegaban simultáneamente durante dos horas en una
órbita común: El Fútbol Sideral.
Dos estrellas brillaban por encima de todas con luz propia.
Dos androides diseñados para el juego, el espectáculo y la muerte. Cristiano
Inyustizia y León Messikoetxea.
Los dos astros del Fútbol Sideral despliegan lo mejor de su
juego mientras el estadio ruge. El juego se desarrolla frenético.
En la Central de Comunicación el televisor deja escapar una
especie de quejido antes de explotar. El mando a distancia, que está junto a la
pantalla sale despedido y golpea con fuerza el hombro derecho de nuestro
querido androide Max Nitrofoska, que al sentirse atacado dispara su AK-47 al
frente, con tan mala fortuna que la ráfaga alcanza en un pie a Min Heru, que
lanza un alarido de dolor antes de caer al suelo.
Mientras, en las pantallas el partido entre el Real
Legamostrid y el Atlético San Bilbostián se desarrolla con una intensidad
escalofriante. Cristiano Inyustizia lanza un golpe franco. El balón golpea en
la madera y la derriba. El astro del Fútbol Sideral grita, clama al cielo, se
lamenta… “ké inyustizia” llora Cristiano. Todos los asistentes al estadio sacan
sus pañuelos blancos y se secan las lágrimas.
Min Heru también llora por el gol que no ha sido. La pena es
tan grande que olvida su pie herido. Toda la población de Legamostrid olvida
durante dos horas todas sus penas, sus heridas y la humillación cotidiana… si
gana su equipo.
¿Conseguirá el Real Legamostrid hacerse con el partido?
¿Ganarán León Messikoetxea y el Atlético San Bilbostián?
¿Podrá Min Heru volver a caminar con el pie en este estado?
… continuará.